martes

LEGADO DE AIRE y DE LATIDOS.


Yo, en el año dos mil siete,
considerando sentada la cabeza

andado y desandado muchos pasos
regreso al Puerto mi lugar de origen
nido y manifiesto de mi guerra.
Dejo en la Capital, turbada la vileza
esto es, producir y fornicar, lo que me queda


Y los miles de millones de latidos que gasté, los dejo
para saldar las deudas que no olvido
según la presente precisión:



Ítem Uno;
mi dosis de aire con hollines.
Artefacto arbitrario que penetra hasta en los muertos.
Para ustedes mis lectores, les dejo el espacio disponible.
Amo la vida mas romper quiero esta rutina
Respiren con tranquilidad.  Les sobra espacio.

Ítem Dos;
mis latidos en el pasado permanecen,
y como el pulso en las estrellas del inmenso firmamento
se comparten,
dejo entonces
para la que duramente me trató, tan sólo dos.
Los últimos que acompañan mi gemido ante ella comparecen
le digo adiós.
Páguense Dos latidos a mi flaca;
no merece más.

Ítem Tres:
Páguense dos mil
a las mujeres difamadas en mis versos
fue sólo por jugar, lo hice sin inquina
y no podrían acusarme de perverso
a lo mucho de mordaz.


Piénsalo bella que reías,
la vida alegre en la vereda de la esquina
los encantos, la belleza, poesía, todo muere
fuiste linda, le acontece a toda joven


Si te amaron fue sólo un accidente
mas te dejo Mil latidos, acaso te protejan de esa herida
entre la fiesta y las cornadas que avecinan.


Puedo abrir tu nombre como si fueras mi paraguas
pero quédate conforme con mis añejas rogativas
que ocurrieron dócilmente en tu playa del Caribe.
al final tan  sólo uno podrá abrazarte cariñoso
y sería este pechito bajo tierra.

Ítem Cuatro:
Páguense Cien mil latidos
a mi canario cantor de las mañanas
que otros disfruten su amarilla diana
y desfruten los sazones de sus gajos auditivos
que sean para ustedes como absoluciones paliativas.
Dejad que lucre de mis pálpitos boreales
como yo gocé inocentemente de sus trinos.

Ítem Cinco:

Páguense los Mil latidos para el cura anciano
que escuchó mis confesiones
siempre supe que se hizo el sordo en su negocio lucrativo
y que dormía escuchando a este cristiano descreído
tacaño y lleno de infracciones.
Padre Luis, cambie esa sotana con la grasa
son demasiado llamativas y lo acusan de su gula, las ingratas.

Ítem Seis:

Páguense Treinta mil latidos
que a mi peluquero lego
y que guarde algunos mechones de mis pelos
Sólo él pudo saber
hasta donde llegarían mis deseos.
Le agradezco los peinados con que cubrió mis sesos
para ocultar mis malos pensamientos
y a su labia eterna para justificar los yerros
y la falta de bravura
de nuestro equipo lento; Maldito el Everton.

Ítem Siete:

Páguense a mi catre y sus telarañas con vaivenes
otros Mil latidos
testigo deslumbrado de mis hazañas huachas
y de mis golpes de piñatas.

Ítem Ocho:

Páguese a las sopas para uno
si son de margaritas
a lo menos Un latido, por cuidarme los resfríos
mantener los pies calientes en la cobija
y un vago recuerdo al calor de ese hogar
que se guardó la madre de mis hijas.

Ítem Nueve:

A mi diploma de bombero
lego mis ardores y sudores con sus latidos respectivos breves

y para no ser el mezquino
mis acaloramientos y bochornos
que fueron los incendios apagados en mi vocación de surtidor

que sean Diecinueve.
Pero yo era más que todo, llama
y no chorro de manguera.

Ítem Diez:

A las cáscaras de huevos
que sobraron de mis revueltos fritos con arroz
mi plato preferido para salvar del hambre al caro amigo
y tan pedante con su pinta atroz.
A ellas les dejo Diez latidos, sal y aceite oliva
Y que compartan buenamente con los pollos no nacidos
los gallos onanistas, los vanos cacareos y las plumas
que se fueron a cubrir con brumas el colchón de atleta
de mi amigo y su coqueta.

Ítem Once:

A las bolsitas de té con sus hilachas
¡Loado sea el dulce Jesucristo
por todo lo que he escrito!
Desde mi casa, de mi farra y mi sangría intacta
les dejo a ellas Quinientos mil latidos
tantos como mis sorbeteos tan urgidos.


Divertido fue quemar mi lengua como cuero
cuando morí de frío escribiendo balbuceos
A ellas les estoy siempre agradecido
pues siempre fueron fieles a mis jornadas literatas.

Ítem Doce:

A mi bicicleta le dejo el resto del rodado
para ver si algún día cumple el desafío
de llegar hasta la cumbre vertical del Farellones
Lo siento,
esa cumbre fue más alta que mis primeras ilusiones
siempre quise cubrir con los laureles
mis constantes pedaleos y jadeos
pero fue más fácil ir cuesta abajo en la rodada
que cortar el viento

y tomar la punta de avanzada.


Ítem Trece:
Reservo un puñado de latidos
para mi pesca submarina y los marinos lobos
que a hurtadillas me roban los peces elegidos
A estos últimos les restaré todos sus latidos,
la cosa es tomar de otros y guardar los propios,
aunque sean fríos.


Ítem Catorce:
A la nieve en la montaña con su blanco ilimitado
y sus traiciones vaporosas
le dejo un pálpito con su respectiva sístole
y por si acaso; la reserva última de un diástole
no vaya a ser, que padezca en este invierno
una tormenta muy nubosa.

Ítem Quince:
A la rima de mis versos  le reservo pulsaciones
titileos y   aleteos
y las palpitaciones más primeras
a mi madre viuda que está viva.
Como luz eterna me pariste con latidos
autora de mis días en tu hermosa juventud
si algo te debo sólo pido tu perdón.
Si no rezo por ti no alcanzaré los cielos
ni en el santo sacramento de la unción.
Esta balada te la dedico toda
es lo menos que merece la virtud
que me dio el primer latido

Ítem Diez y Seis:

A los sorbos del sediento vino
le di su ebriedad bien remunerada
Allí siempre estuvieron cayendo mis monedas
hígado riñones y mi orina
por lo cual sin tener arte ni parte en este cuento
les  dejo  de latidos;  nada
a lo más algunos hipos y soplidos.
Se lo bebieron todo en la taberna del averno
que era mi cantina y bar de esquina con ilustres feligreses
hambrientos y canallas,  de los cuales ninguno está presente
porque de las pipas, garrafas  y botellas
el alcohol alboreando en la embriagada
partió en retirada de bacantes, azorados y chisposos.
Hagan su salud en seco camaradas
con los dedos en la frente. Adiós.


Ítem Diez y Siete:
Regreso en absoluta plenitud hacia mi nido
de mi primer latido Cero
donde estuvo mi código de vuelo
y mi somero diseño de aeroplano.


Les dejo entonces a mis amigos
todo lo que sobra de mi vida y lo que fue,
de aire y de latidos
apenas un puñado
y esta poca fe.