lunes

PARA QUÉ



Tal vez debiera decir para leer
para el libro con polvo de oro que conozco,
o el fragor de la cascada rutinaria
perpetua en las pisaderas del ronco bus
y en la frecuencia exacta
mover tu oído.

Para ver morir el pasto en algún rincón
o el pobre banco de madera y el chispazo
basculante de la ropa blanca
cruzando las hebras del tejido, me dirás tú.

Asomar nacido en la mañana
por el hueco viejo de todas mis chaquetas
y sostener de pie en un espejo ajado
el nudo de mi corbata negra que siempre está correcta
y aromada.

Y en esa larga caminata
detener mi sonrisa en tu vitrina
a paso lento y atrevido
antes que se me rompan los zapatos
o pierda algún botón de mi camisa.

Entonces cada cosa al caminar tendrá sentido.
Tal vez vivo por mi bigote escueto
que se contamina con la yema rubia
de un huevo de gallina
y no con el aroma de tus rizos.

Para dar un sólo abrazo por el resto de mi vida
o transitar con bombos a la esquina
cuando todo lo que pido
es robar un duro pan con mantequilla
y un leve roce en tu cintura.

Saciar de besos cada día
o a lo menos morir en el intento
de seguir viajando con las aves
por las playas planas de tu olvido.

Creí haber nacido para iluminar de estrellas
tu sonrisa apenas
sanar heridas
y caminar sobre las aguas que a mis pies tendiste.

Pero solo aspiro ser fugaz
al brillo en tu pupila
cuando por un decir equívoco
te estremezcas con mi nombre.

Aunque no fuera cierto
yo sería feliz
de cruzar como el rumor que ayuda a despertar a un muerto
de emitir leve sonido cuando ríes
porque empiezo a envejecer y no festejo
y encuentro en ti
por qué he vivido.
. . .




Entonces seguiré por el camino