martes

UN REGALO TARDÍO (para Sole Witt - 6 de Octubre)


Pasaba por aquí vadeando
tus claraboyas, puertas y campanas
de par en par abiertas
con sus cristalerías destellando
como habitualmente ha sido tu costumbre.

Salían disparados tanto ruido y jolgorios inmediatos
que me detuve a percibir la causa de esa dispersión.
Anoche parecía que allí adentro
había una alborada bulliciosa
de profanos corazones y tenorios.

Tuve una corazonada. Pero lo que es corazonada.
Por sobre el ruido en desparramo
se oía complaciente esa carcajada arrebatada.
Así es que encaminé mis pasos hacia el lugar
de tanta batahola en la constelación de las vidrieras.

Me fui en dirección a la estruendosa risa
que despuntaba como diana acribillando
en las ventanas de tu nido.
Parecía de aguamieles todo ese bullicio.

Era la tuya
risa dulce
celebrando y tantos años
tras la barricada en la barriada de tu casa.
Por si no sabes: Tú ametrallas.

He quedado estupefacto
por el número de presentes en aquella mascarada
y por el regocijo de bombillas y guirnaldas
en la aguja ausente de tu cactus.
Si hasta parecía los del Arca de Noé
bajando a tierra firme
en su desfile con banderas de papel
la muchachada.

La puerta estaba llena
al igual que las ventanas
de espléndidas siluetas de gorros y cornetas.
Juraría que en esa chimenea alguien intentaba entrar
pues apenas se veían las sandalias
o tal vez salía.

Y a pesar de ser la noche
había una luminosidad inusitada,
pues giraban en tu entorno
multitudes de asteroides o planetas.
Y las piruetas en los saludos de algunas marionetas
parecían globos que escapaban hacia el cielo diamantado.
Por supuesto,
yo no estaba en tu lista de invitados.

Como no he podido entrar
por tu olvido involuntario,
te saludo desde lejos.
Tal vez mañana aún esté callada mi sonrisa
en el dintel escaso de tu mezquina casa.
Y mi abrazo solitario colgando en un alero
será piñata que olvidaron
los últimos gritones de la farra
y no molestará a la festejada
porque seguramente estarás cansada.

Sería bueno que guardaras mi pedazo de la torta
con su vaso de agua fresca,
Habría sido el que me limpiara la garganta
después del canto de tu fiesta.

Bueno, estás muy ocupada. Ya lo veo.
Me despido y sigo caminando.
Sólo pasaba por aquí
en un Octubre seis.