Seré el norte, el sur y el este
y la sombra de la noche en verbo ajeno
me cansé no más de tanta peste y me retiro.
Equivocado con certezas y verdades
a la conquista del oeste voy sereno.
Mientras embalan esa luna en papel ruidoso
veo lo que comen las gaviotas.
Picotean lo que tengo de miseria
al borde del abismo de la copa y de mi novia
contemplando hacia mi ocaso deslavado.
Me encandilan las luces solitarias de la noche afirmándose a los postes.
Los males lujuriosos, la sed me esperan en la barra
y atraviesan las siluetas de este cuerpo abierto escupidero
por el cristal de la ventana de mi pecho roto, los sedientos.
Me contemplas en tu espejo como bebo.
Dicen que es el modo como bebe todo muerto.
Sí, multitud
aquí estoy con lluvia salpicando en sol mojado
las pisadas de tus pasos y el sudado de los mismos
junto al perro que no ladra
y la acrobacia silenciosa de mis aves invisibles
que fueron mis abrazos honorables.
El sol dará el revés y nadie sabe el día que acontece.
Lo que de mí se quema junto a usted es como un cirio
se suspende ardiendo en la punta de las velas
y a pesar del grito inmenso del destello
es muy poco el desperdicio de mis llamas el que abrazas.
Mis perros lloran el frío que me cubre
Capitán, Rucio, Pelusa, Blue, Pecas, Maiki y Malibú.
Aullando mi largada esquivan mis afectuosas dentelladas
y estampidas por los campos santos y asolados.
Eso fue a la luz del día, en plena bofetada de la infancia.
Por mis calles van comparsas, procesiones y desfiles.
Trazan ejes de empedrados en todo el sueño
y confluye a mi plaza principal, corazón de armas, Belcebú
para alzar la gran bandera de mi vida
de mis próceres, piratas y cadalsos y vencerme.
Es que fue mucho lo que amé y lo mentido.
Mi iglesia, catedrales y capillas de todas las ciudades
y la resurrección de tanto campanazo en mi nube señalada
hizo caso omiso de la pulcra puñalada. Me recibe refulgente
con los copos escondidos de su vientre y lo mullido de su afecto.
Así son la nieve, tú y el nunca más.
Soy el hijo prometido cautelando esas semillas de maldad
con algodones de caricia, que fueron las gracias que me dieron
por mirarlos cordialmente y muy atentamente.
en la gran crucifixión de mi trazado, arcos arbotantes
mientras el cortejo en pétalos bañado, me asesina.
Entonces levanta su badajo sin miedo el carillón,
repicando enfurecido, a la roja campanada de vuestro corazón
con los tajos cotidianos, sanaciones y milagros,
a este mismo funeral y al bautizo lapidario, porque como dije
allí se derrumbaron mis tiernas ecuaciones.
Está la arquitectura musical de tus órganos sexuales
Y la sensual dicotomía de la policía dirigiendo el tránsito
con su báculo y su vacío de las calles.
Y que no olviden enviar su carraspera por la orilla del pasillo,
los ahogados con silbidos, salvavidas y los pilotos de glaciares.
Las bodas y sus novios del asolado sufrimiento
con las flores que más quise me están hablando en rimas
con lágrimas del arco iris y goterones de pleno otoño
Sin hojas para el triste barrendero están los árboles
pero ¿a quién le importa si el número de hojas nunca es cero?
Van y vienen por sus vidas y no se quedan.
Se me corre el nudo entre los pétalos
y la pintura de payaso de mis párpados tapados.
Se me atora el nexo en la garganta ¡Huy! Qué miedo.
A pesar de la denuncia incierta de mis nietos cándidos
crecerán mis uñas bajo el lago congelado en el que yazgo
me vengaré de ellos trisando su témpano de abuelo.
Aprieto con mis piernas el alza vidrios de mi electrónico cerebro
y resbalas sobre todo, bella, sin nombres, majestuosa.
El coro de ángeles afina mi canto fallecido en la pared de carne
que cual gota escurre por tus glúteos de acuarela
y por la mojada bragadura de tu blanco delantal de abuela.
No quisiera llorar y se me inclinan el miedo y los recuerdos
Dios, quiera dios que lacrimosas y divinas diosas sin plegarias
en atléticas sesiones con la marca registrada de mi soso embaucador aparecieras
con tus payasadas anodinas en tu examen escabroso irreverente
Pon tu dedo en los párpados callados de este muerto
en la señal de la santa cruz de todos mis secretos y en mi sexo.
No sé si la decisión correcta es morirse ahora
que detono a tus floridos campos del bordado
vastos en la extensión continental de tu pellejo
No me culpes,
es la vida la que al frío me abandona,
mi copiosa ocupación y la enorme inconsistencia en mis deberes.
Por primera vez adivino que me muero
lo sé, porque no se cumple nunca el deseo de abrazarte.
Estar empapado hasta los huesos de la muerte
y saber que te acontezco en la tarde que nos llueve
como debe ser al caminar en nubes depravadas y virtuosas
y con tanto frío, como dicen los pronósticos del tiempo
es el matrimonio no cumplido de tus versos con los míos.
Cargan embutidos con todas mis mentiras los demonios
Algo así sentí en mi boda o si quieres di, tu juramento.
Me casé con toda lluvia que pasó por casa y era copiosa en mis olvidos
Ese fue mi destino, decir siempre sí,
y esperar las nuevas gotas de rocío caer al brillo liso de mi embalse.
Fusilé en toda prueba, y me desdije de sermones
Fui juez de hambrientos y más de tristes que boyantes
miré el futuro de sus pobres muertes
bebí los faros de codicia, vanidad, usura
un dos un dos tras tras. No quiero más.
Háganme los cargos de mi desamor
seré absuelto hasta por la pared del frente
Mi defensor dirá que fui el astronauta de todo gemebundo
de tus visiones en el computador, de tus miembros y agujeros
Con toda la energía de mi escala del dolor
lo justo es olvidarme ahora y para siempre.
Tomen camaradas esta vida, lo que es tomar mi muerte eterna
Y sigan con sus recocidos en esa estufa a gas; mi infierno
numerando huesos y holocaustos ¿Hasta cuándo?
A luciérnagas repartiendo la extrema unción
con sus chirridos de ultratumba de la peor calaña
ya no puedo fiarles ni mi muerte. Ni siquiera mis bajeza.
Pero no se pongan tristes. Pa que sientan lo que siento:
SOY UN HOMBRE CÍVICO
Protestando, como ha lugar en un lugar equivocado
Disertando en el fondo de la tierra donde vive nadie.
Los malditos se fueron todos hacia el cielo.
Ni te cuento. Lo que caí toda la tarde y los demás subiendo.
El cura todavía está durmiendo en el lecho de su hostia
Soñando con sus santos y yo persisto aquí muriendo
Tal vez por muerto chusco hay tanto deudo sollozando
en las lecturas de este aviso donde expongo lo que pasa.
Mientras fumo este habano ametrallo a los conversos
Con el asma guerrillera de mis Che
con los pelos gruesos de Fidel, los cien fuegos de Camilo
Y por supuesto el gordo dedo de Moisés
Sé que ya me alargo en el discurso pero es el último
colegas, putas y traidores, mis amores.
Que se presente el cárcamo rubén en el estrado
¿Qué relación tiene usted con la mujer?
- ¿La Virgen, monseñor? Soy su hijo ilegítimo.
Guardo en el cajón que llaman ataúd
las proporciones de todos sus traiciones
en el hogar de todos mis residuos; fui el último escogido por esa soñadora.
Por la culpa de amigos, amadas y maestros
con orgasmos, atragantos y zurcidos
fui carnada de sus putos sueños y disculpas.
Voladas y deseos de mis caderas puntiagudas, insistentes majaderas
hasta producir los conocidos dolores de cabezas
Así no más es nuestro fin y el de todo seso roto.
Frente al bendecido por los sagrados sacramentos
Y por la miel de todos sus recuerdos bautismales
Tengan buenos días mi querida multitud
y sería este el fin de mi postrera despedida.
Váyanse a la chucha los dolientes y las viejas.